La verdad quisiera que su sonrisa fuera lo último que viera yo antes de dormir, tal vez así tendría dulces sueños.
Ella no lo sabe, pero llevo varios días pensándola, tal vez no lo entendería, como nadie entiende por qué soy tan nostálgico. Como yo tampoco entiendo por qué la pienso tanto, sólo sé que su mirada está ahí en mi día y en mi noche alumbrando mi soledad, encendiendo una chispa en mi pecho.
Si tan sólo pudiera verla,
Me pongo ansioso como cuando pasaba con mis chanclitas por su casa y no la veía, como cuando deshojaba el árbol de mi acera, esperando que ella mirara desde la suya. Ahora ella vive ahí, no se si aún esté el mismo pequeño árbol, pero si está y caen hojas, tal vez sea porque yo esté contando los minutos para verme con ella.
Si Dios trajo su sonrisa en la brisa de ese Domingo ya hecha mujer, que él mismo decida cuando esa sonrisa volverá, tal vez en la noche o en un amanecer, pero estaré esperando, ansioso por poderla ver, por saltar de esta acera, por tener el valor que tiene el hombre que ya soy, para tocar su puerta, para apuntar a su corazón.
Ojalá la próxima vez venga a mis brazos, pues nunca la abrace tan fuerte como merece,
Ojalá la próxima vez sus ojos se queden fijos a los míos, pues nunca la miré como deseaba,
Ojalá la próxima vez sus labios estén frente a los míos, pues en verdad me encantaría besarla.
Ojalá la próxima vez el tiempo pase más lento y pueda sentirla cerca, muy cerca de mí, iluminando con su lindo ser todo mi existir.
Cristian Camilo Ramírez
miércoles, 27 de octubre de 2010
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